Estábamos solos; el silencio y yo.
Mis lágrimas, mis sonrisas, mis recuerdos, se iban perdiendo con cada paso que daba hacia la orilla.
Me sentía roto como el cristal, me sentía eterno como el diamante.
Estaba distante, yo me sabía irreal, me sabía incorpóreo.
El mecer de las olas, cada vez más cercanas, traían consigo los gritos de otros como yo, que no aceptaban su destino. El infinito cielo, se iluminó, la luna se alzó ante mi ser, admirando mi ridiculez, despojándome de mí, de mi existencia.
El tiempo se paró y los gritos con él. Corrí mar adentro, quería morir… Ya estaba muerto.
En el agua empieza todo,
Y en ella todo acaba.
Me parece muy interesante, les deseo éxito. Gracias por fijarse en mi trabajo..
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Muchas gracias!
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