Si te vas no te rogaré.
Te abriré la puerta y te veré salir.
Te tiraré un beso antes de cerrar.
Y te daré un abrazo.
Fuerte.
Pero nunca lo sabrás.
Te diré “buena suerte” mientras te sonrío.
[Aunque mis pensamientos corran un río de lágrimas
llorando un “quédate conmigo”]
Si te vas no te esperaré.
Borraré tus huellas del jardín.
Quemaré tu olor grabándolo a fuego en mi interior.
No miraré el buzón.
No te escribiré plegarias
ni habrá mensajes en un juego de dolor.
En su lugar, te mulliré las alas y te veré escapar.
Te daré un consejo.
O tal vez dos.
Y me callaré verdades para atragantarme.
Si te vas, no te imploraré.
Ni te insistiré.
No pronunciaré un “mi amor”.
No pensaré en ti.
Lo prometo.
No lo haré.
[Más que al respirar cada mañana al despertar.
O cuando los rayos de luz dejen traspasar
el reflejo del polvo de tus huesos
flotando sobre mí]
No me enfadaré con el reloj.
No haré jirones con los días de los meses
ni de los meses un adiós.
Si te vas, no te pediré jamás que vuelvas.
No querré volver a oír tus pasos junto a mí.
Ni se erizará mi vello al recordar tu voz.
No desearé que no puedas respirar
por anhelar mis besos sordos en tu oído.
No querré que tus días se hagan toscos.
Ni que los pozos de tu pecho te inunden el vivir.
Si te vas, te juro que lo haré.
Que te contaré todas estas mentiras y alguna que otra más.
Para que te vayas feliz.
Para que no te arrepientas por no pensar en mí.
Para que nadie sepa que te extraño.
Pero sólo si te vas al fin.
Que hace años que no sé de ti.
Pero te siento cada día aquí.
Por: María Eugenia Hernández Grande (España)
maruspleen.wordpress.com
Únete a nuestras redes:
Deja un comentario