En la yerma tierra que me rodea,
soportando la piedra del destino,
camino con tamaña amargura,
que no es menor singladura,
en los zapatos de mi enemigo.
Y en los confines de la locura,
con la desolación en los bolsillos,
pierdo de los ojos el brillo,
y de mi seso la cordura.
Que sólo queda este tiempo,
de relojes empobrecidos,
de bullicios silenciosos
de la muerte y su tañido.
Ya no hay valientes al ocaso,
ni charlatanes escondidos,
ni sentimientos encontrados;
por no quedar ya no queda
en el bar ningún amigo.
Todo el cielo se derrumba,
en el llanto malogrado,
que todo es eco y es bruma,
es recuerdo del pasado;
todo es dolor en la espesura,
con espinas en el costado;
no hay nada, todo es vacío,
la luz se esfuma de mi lado,
todo es soledad, mármol frío,
solitario corazón amortajado.
¡Bellísimo y emocionado poema! Un saludo.
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Gracias por tus palabras y me alegro que te haya gustado. Un abrazo
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Sin palabras. Un abrazo!
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Me alegro que te haya gustado. Un abrazo
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Hola José Carlos. Un bello poema. Me ha encantado. Un abrazo.
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Intenso y profundo, sublime primo. Un beso muy grande.
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