Se pasaba pensando en lo que fue.
Frecuentaba a quienes no se ven.
Se traía de los pelos con lo que no fue.
Se volvía sin remedio del no poder ser.
¿Cuánto tiempo perdí así, devanándome el cerebro?
¿Cuántas noches en vela por ti, sin sosiego ni requiebro?
Era un fuerte sentimiento. Fuerte, por árido y violento.
Pero no aportaba nada bueno. Excedido en volumen como trueno.
Su sonrisa está hoy tan fresca como fue aquel primer día.
Ya no importan otros restos.
Sus manos dibujan los gestos que cautivaran mi alegría.
La actual dicha es gigantesca.
Deja un comentario