Podría diferenciar tu latido entre millones de sonidos.
Único.
Acompasado.
Pausado.
Al son de tu respiración tranquila.
Podría reptar hasta tu pecho,
igual que lo hace un recién nacido,
hacia el corazón de su madre nada más nacer,
yendo,
hacia el “bum bum” acompasado,
de tu corazón insaciable.
Y quedarme ahí,
en silencio.
Sobre ti.
Sobre ese balanceo rítmico,
que me acuna con el eco de tus besos.
Apoyada.
Sobre él.
Meciéndome.
En su vaivén.
Para,
siempre.
Deja un comentario