Ojalá encuentres mis poemas en el mar,
se han sumergido bajo la arena a esperarte,
han venido a leerlos, no sos vos.
Es un alfarero que juega a hacer corazones de barro,
los corazones se dilatan al verlo.
Son su infausta pero también única compañía.
Ojalá encuentres mis poemas sobre el mar,
la marea se los ha llevado,
y han decidido llenarse de piedras los bolsillos.
Se quedarán allí: en el vacío de la soledad del mar,
en el vacío del silencio,
en el vacío que habla anunciando que no vendrás.
Ojalá encuentres mis poemas bajo el mar,
el alfarero ha llorado sobre sus corazones de barro
y estos… se han derretido de melancolía.
Él ha leído los poemas,
él ha sabido la verdad,
la sirena de cuyo canto al que sucumbí, no ha venido a leerme.
Ojalá encuentres mis poemas en la marea,
porque mis poemas regresan a vos como la pluma
vuelve clavándose a mi pecho todas las noches.
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