Tonta

Llámame tonta si a veces confundo tu historia con la mía.

Llámame ciega si no pasa un día sin verte reflejado en mis ojos cuando me miro en el espejo.

Llámame soñadora por hacerme castillos de naipes con tus cartas, sabiendo que solo hacia falta uno de tus soplidos para echármelos abajo.

Llámame idealista por creerme una vida perfecta a tu lado.

Por hacerme un futuro en tus manos. Idiota, por creer en ti.

Llámame loca por pensar que el destino existe y que  el mío eras tú.

Por dejarle hacer a su antojo, por darte mis alas y hacer de nuestro amor mi religión.

Llámame creída porque durante unos meses me sentí importante en tu cabeza. Pero fue fugaz.

Atrevida por no importarme nada que no llevara tu nombre. Por dejar todo por ti.

Egoísta por sentirte mío en cada orgasmo.

Puta por sentir que entre mis piernas perdías la vida.

Fiel. Por ti.

Humana por sangrar en cada herida que me hacías.

Por volver a tropezar con las piedras que tu camino a cada paso me ponía.

Por no aprender en cada error que aun hoy intento redimir.

Llámame intensa porque habría roto cada segundo de tus relojes a mordiscos hasta que sus manecillas solo me marcaran a mí. Y hacer del tiempo nuestro tiempo. Y vivir. Tu historia. Mi historia. Nuestra historia.

Tonta, si.

Por volver a confundirlas.

Llámame tonta.

Pero el día que no seas tú, por quien late mi corazón, ese día, no me llames.