Elegimos respirar en una atmósfera que nos oxida,
elegimos caminar a contra corriente
como salmones que van a desovar en las cumbres montañosas.
Sin elegir,
ya estamos tomando la decisión de no hacerlo,
por eso siempre elegimos
conscientes o inconscientemente.
Elegimos luchar por un sueño
y al fracasar
podemos optar por el mismo hasta conseguirlo
o por otro nuevo.
Pasé una tormenta,
un tsunami estuvo a punto de arrastrarme
sin remedio,
me lanzaste un salvavidas y decidí aferrarme a él.
Opté por tus ojos verdes de verdades absolutas,
por tus silencios llenos de abundancia y ternura,
decidí quedarme entre tus brazos
para recuperar al hombre que me observó crecer,
y herido de muerte
presenció mi caída,
y a pesar de todo,
jamás me soltó.
La niebla me cegó
evitando que valorara lo más cercano,
pero el sol volvió a surgir
rompiendo la espesura de las nubes
para regalarme de nuevo tu presencia perpetua.
Te elegí hace años,
antes incluso de vernos,
antes de bajar a este loco mundo
en el mundo del espíritu,
desde allí,
pactamos,
y ni mi propio reflejo me separará de ti.
Te elijo,
en cada momento
porque eres mi compañero,
el hombre de mi vida,
un gran maestro de aventuras.
Te elijo,
porque te quiero desde el principio de todos los tiempos.
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