¿Cuántas veces he escuchado la misma historia? ¿Cuántas me has pedido perdón? Han sido tantas que ya no te creo y me pregunto cómo demonios pude hacerlo alguna vez. Pero la respuesta está lo suficientemente clara como para no tropezar de nuevo con la misma piedra: una vez más este insensato y necio corazón que late en mi pecho ha salido voluntario para servirte de diana. Y con un mechón de mi pelo te ataré las manos a la espalda para evitar que vuelva a ocurrir. Porque ahora es mi turno, ahora me toca disparar a mí.
Se acabó lanzar disparos errados al aire y los corazones flechados al azar. Se terminaron los amores fallidos y el ir por la vida dando traspiés por la zancadilla de un caprichoso infante ocioso con alas y un carcaj a la espalda.
Tal vez hayamos banalizado el amor o quizás ya no nos conformamos con amores mediocres, aunque probablemente Cupido ya no está por la labor; con toda seguridad Cupido ha muerto.
Deja un comentario