Justificar la tortura nos envilece…
¡Te quiero muerto!
Porque te amo,te quiero muerto.
Porque admiro tu porte y tu soberbia.
Te quiero muerto y humillado,
te quiero arrodillado y confundido.
Tu agonía y mi valor van de la mano.
¡Qué sabrán ellos de arte!
…De la danza de tu cuerpo
ensangrentado a media asta,
al ritmo que le marca
mi batuta justiciera;
De la honra que reciben
tus miembros mutilados
en mis manos orgullosas.
«Verdugo sin capucha»…
«Circo romano sin César»…
«Vergüenza» dicen
quienes no sirven a tu mesa cada día.
¡Mi vida he consagrado
a la causa de tu estirpe!
Solo yo,
en tu hora de tormento placentero,
siento en mi piel excitada
la gratitud que rebosas,
manando a borbollones
de la que fue tu bravura.
En tu suplicio jadeante
el arte y el amor se hacen sublimes.
Porque te amo…
Es tanto lo que te quiero,
que todo lo que quiero
es verte muerto.
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