Dudas en tu ceño fruncido,
en el azul de tu mirada,
en el color de tus labios,
en esa arruga descalza
que deja huellas en mi alma.
Dudas en la frente marchita,
en las manos del tiempo,
y en esa pluma dormida
que va componiendo versos
en el altar del ocaso,
bajo el dintel de un beso.
Dudas, tengo dudas de vida,
de pisadas en la hierba,
de almohadas mullidas,
de palabras entrecortadas
y de brisas en la esquina.
Y mil dudas que me asaltan,
en el rincón del olvido,
buscando la luz eterna,
aquel faro encendido,
que se apagó aquella noche,
con el guiño del destino.
Sí, tengo dudas a cientos,
dudas por los rincones,
incluso dudas en los bolsillos,
pero jamás me asalta la duda,
jamás se cruza conmigo,
cuando te siento tan cerca,
y me susurras al oído,
caricias de amor desnudo
y abrazos sin duda infinitos.
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