¿Habré obrado mal? ¿Dije algo indebido? Repaso lo sucedido y no recuerdo haberle faltado al respeto. “Te me haces una chica muy linda”. Un cumplido, ¿desde cuándo linda es una ofensa? Demonios, estoy sudando de las manos. Por eso no me gusta hablar con niñas. Ni siquiera una palabra de desprecio para quitarme la duda. ¿Por qué decidí hablarle?
Cálmate Tobias, una niña no puede alterarte así. De todas formas, no es tan bonita. Sus ojos a pesar de brillar como el alba, no son del mismo color. Su sonrisa a pesar de aclarar todo como el amanecer, no se respira igual. Tardé más en enamorarme, que ella en despreciarme. Ni una palabra le inspiré. ¿Habrá notado mi nerviosismo? Sí, eso fue. Tal vez de donde viene, no se le permite hablar con extraños, o es de esas religiones donde ya tienen escogido el marido desde pequeñas.
Está decidido, no vuelvo a acercarme a una chica linda, nunca jamás. A un hombre inseguro como yo, estas son señales claras de aislamiento, me espera una vida de ermitaño o sacerdote. No volveré a seguir un consejo de Rafa. De hecho, viene para acá. Le reclamaré la vergüenza y el desamor que me ha hecho pasar. Parece que trae algo importante, no lo había visto correr así desde el juego de escondidas del segundo año.
– ¡Tobias, Tobias! No sabes la nueva que te traigo. La chica nueva, la que te encanta. ¡Es muda!
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