Es el susurro del viento
el que trae tu nombre despacio,
en el runrún inquieto
que se mueve en el escenario,
en el sonido errante
de las musas sin espacio,
en el cuento de la noche,
en la caricia sin pecado,
y en el cuchicheo sibilante
que descansa en tu costado.
Es el murmullo que invade,
la estación de mis quebrantos,
en aquel tren sin retorno,
que se aleja de tus encantos.
Es el bulo que se agranda,
es la historia del pasado,
es cruel patraña inventada,
y un chisme malhumorado.
Pues siempre me busca en las sombras,
y quiere anidar en tus labios,
en ese cotilleo perpetuo,
que recita versos anestesiado.
Y siempre la misma música,
hablilla sutil en el tejado,
bisbiseo constante en la gente,
lío que recorre el mercado,
simplemente es ruido,
un rumor no deseado.
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