Canción suicida

Sus manos hacían vibrar el instrumento con una pasión que yo no había visto, mucho menos sentido, jamás, daban ganas de callar todo el ruido exterior con tal de saborear solo ese sonido y ese momento, mi corazón se unió a su canto, latiendo, vibrando, sonando a su tiempo, se salía de mi pecho por abrazarla.

En ningún momento sus ojos levantó, ella era uno con su arpa interior, el silencio estalló y solo su magia el cuarto llenó.

Inhalaba y exhalaba compasión, sus labios dibujaban el amor y su música, a cada rincón de este miserable salón, iluminó.

Los acordes me contaron todo lo que ella sufrió, alguna vez se enamoró y huyó, aunque ella no lo dijo, ni una sola palabra cantó, los sonidos por ella gritaban, nos envolvían el pecho y las mejillas nos empapaban.

Ni una sola palabra usó, y aún así, a todos los machos presentes conmovió, ni una mirada conmigo cruzó y cuando su acto terminó, el público atontado en silencio se quedó, ella se levantó y la marcha emprendió, los aplausos tardíos llegaban, pero la música y ella por el pasillo se esfumaban.

Avancé tropezando, esperaba alcanzarla, pero desapareció.

Volví al escenario varios fines de semana, esperando encontrarla, pero jamás de nuevo apareció.

Era un fantasma, un recuerdo dulce y violento de alguien a quien amas por la esperanza que en ti despertó.

La vida cruel me la presentó, me la puso enfrente y luego la desvaneció, me embelesó, mi corazón se llevó, junto con esa suicida canción, que sigo repitiendo en mi mente para no morirme sin ella, para no olvidarme jamás, de que es posible amar, fugaces estrellas.

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4 respuestas a “Canción suicida”

  1. Bello relato, Lily, muy bello.

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  2. – A menopausa é a última mênstruo da base da amásia. http://nl.heretosupport.nl/organisatie/

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