Hija de la calle
Carne de polvo y asfalto
Privada de elección
En la noche cayó presa
de aquel hilo de araña
de la prostitución
Hambre
Aguijón negro
que desgarra las entrañas
y se clava en el pecho
13 años
Piel de niña
Alma arrugada
Trabajo de mujer
Una paloma blanca se posa junto a la ventana
En su pico, un ramillete de hojas con olor a esperanza
Alza el vuelo
Y entre sus alas lleva tatuada
la palabra que atraviesa,
temblorosa,
el vaho de aquel cristal:
Dignidad
Mientras, Ana en el colegio estudia
que la esclavitud
es historia del pasado
Misiones Salesianas estrenó en abril un documental, dirigido por Raúl de la Fuente, que refleja la vida de las menores en situación de prostitución de Sierra Leona. Para ver el documental completo, os animo a visitar el enlace a la web de Misiones Salesianas que dejo abajo, donde también podréis encontrar más información sobre el trabajo que realizan en Sierra Leona y la situación a la que cada día se enfrentan.
Es una realidad, como viven muchas mujeres en diferentes lugares, desprovistas de toda suerte y se ven obligadas o son obligadas a hacer cosas en contra de su voluntad. Muy interesante tu aporte.
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¡Gracias por tu comentario, Sandra! Pienso que es bueno dar visibilidad a ciertas cosas que parece que no existen por el simple hecho de que estén lejos.
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Así es, aunque no queramos reconocerlo, o nos hagamos de la vista gorda, es una realidad. Abrazos
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Impresionante. Enhorabuena.
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¡Gracias, Paula! 🙂
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Estupendo poema y estupenda crítica social. Ya está bien de girar la cabeza y acallar las conciencias mirando hacia otro sitio, cuando vemos a las mujeres y niñas prostituyéndose en los caminos (lo digo por uno que hay en mi ciudad que todo el mundo conoce y ahí sigue, con hogueras en invierno y sombrillas en verano, pero ahí está plagado de mujeres/niñas), y simplemente nos desviamos para no ser conscientes de la realidad. y pasamos por otro sitio. Me encantó tu poema, hace falta. Mucha falta.
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¡Gracias Nuria! El problema de estas realidades muchas veces, además del hecho de existir (que por supuesto es la base del problema), es que como bien dices “nos desviamos”, miramos para otro lado porque nos resulta más cómodo no verlas para no tener que hacerles frente. Y por comodidad nos convertimos en cómplices muchas veces sin darnos cuenta. Ojalá aprendamos a mirar y tengamos la valentía de por lo menos denunciar, aunque sea con unos simples versos. ¡Un saludo!
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