La guardan dos perros curiosos: un cruce de lobo con perro común y un collie de ojos saltones con calcetines blancos en las patas. Este es mi preferido, juro que me devuelve la sonrisa cada vez que lo miro, una sonrisa torcida y desconfiada. Custodian con celo la propiedad, paseándose arriba y abajo cada vez que alguien se acerca más de lo permitido, con rabos y orejas en guardia. Esquivan con paso elegante las obras de su dueño que nunca se deja ver, pero no importa, pues siento que le conozco…
Su obra desperdigada por el jardín es un bello desastre de trabajos terminados y otros en progreso: una mano desesperada por asirme, una cara destrozada por la mitad y rogando ayuda, un busto sin cabeza sesgado por la mitad. Todas incompletas, todas llenas de dolor.
El flanco derecho del espacio es donde mi mirada se fija cada vez: figuras distintas de la misma mujer bailan ante quien las quiera mirar con atención, inclinan la cabeza, descansan una mano en su amante invisible, se recogen el pelo metálico con brío… figuras sin sentido que encierran vida en sí.
Todas hablan de quien las parió: alguien fuerte, desgarrado por dentro, lleno de dolor y pasión a la vez, que vuelca su oscuridad en la forja a golpe fuego y metal.
Quién diría que tras el famoso escultor se esconde la común abuela gallega vestida con delantal de cuadros y máscara de forjador en la frente.
Oh es excelente, me gustó muchísimo!!!
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Muchas gracias! Me alegro de que te haya gustado 😊
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Muchas gracias! Mi abuela es uno de mis referentes por eso me encanta escribir cosas así, porque todas las abuelas son dignas de admiración. Un abrazo
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¡Qué bueno!
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Gracias! 😊
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