Dentro de la forma de domesticarse
yo he roto todas las barreras.
Cansada de hallazgos y normas a seguir
me he tomado las riendas por mi cuenta.
Y no es revolución,
es amor propio.
Aún me pregunto la maldita sensatez
de aquel anónimo que inventó pasos a seguir
para tener una vida perfecta.
Y es que vuelvo a repetir,
perfecto es hacer lo que quieres
y no contar cuántas piedras
conforman el muro que ves.
He de decir
que deberíamos contar los trozos
de todos los límites que rompemos.
Contar las metas que nos unen
a todo aquello que queremos.
Repito,
no es revolución,
es amor propio.
La mayoria de las veces lo aprendemos tarde, en esta etapa de mi vida lo llamo “en modo inrreverente”.
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no es revolución, es amor propio.
Vaya imágenes con estas letras, muy bien
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