Un día de mi vida

—Mamá, tú no lo entiendes.

—Pues claro que lo entiendo, que yo también he tenido once años.

—Sí, pero en otra época.

—Oye, ¡que de mi generación a la tuya no ha habido tanto cambio!

—Ya. Bueno, me voy a ver la tele.

Me quedé asombrada, ¿qué se habría creído esa niña? Y dolida, también. Hablaba como si el mundo hubiera avanzado una barbaridad en los últimos treinta años. Y no era para tanto; entre mi generación y la de mi madre, que ya trabajaba en el campo con nueve años, sí que había una gran diferencia. Pero ¿entre la de mi hija y la mía? No se notaba apenas.

Se me ocurrió una idea para demostrárselo. Subí al camarote, moví cajas hasta encontrar la que quería y entre un montón de papeles hallé lo que buscaba: una redacción sobre un día de mi vida. En 4º de E.G.B. Volví a casa y se la di a mi hija.

—Mira esto. Es lo que yo hacía con diez años. Uno menos que tú ahora, pero da igual. Verás que no es tan diferente a lo que tú haces.

—A ver. —Lo cogió sin mucho entusiasmo—. Vaya letra.  —Y comenzó a leer.

«UN DÍA DE MI VIDA. Me levanto a las ocho y cuarto de la mañana. Desayuno, me visto, me lavo los dientes y me peino. A las nueve menos diez bajo a la calle y espero en el árbol de enfrente a Maider y a María. Son mis mejores amigas, y hasta tenemos un club: el Eme. Vamos al colegio y  entramos a nuestra clase. En el recreo jugamos a las alturitas y al chorro morro pico tallo que. Después toca gimnasia y vamos al parque, primero corremos para calentar y luego hacemos unos ejercicios que nos prepara Don Miguel.

Voy a comer a casa. Es junio, así que no tengo que volver a clase a la tarde. Después de comer, mi hermano Pablo y yo ayudamos a mamá a recoger. Echamos unas partidas al Ant Attack en el Spectrum, hasta que María toca el timbre para ver si bajo a la calle. Cojo la merienda y me voy con ella. Jugamos en la calle a la comba y a la goma, hasta que mamá me llama por la ventana para ir a cenar.

Cuando estoy con el postre recuerdo que es el cumpleaños de mi prima Ainara, así que termino corriendo y bajo a la cabina para llamarla y felicitarla.

Vuelvo a casa y nos sentamos mamá, papá, Pablo y yo en el sofá a ver el Un, dos, tres. Lo echamos a suertes y esta noche me toca a mí levantarme a cambiar de canal.

Nos acostamos a las nueve y media porque es viernes, pero Pablo y yo nos quedamos hablando hasta que nos dormimos. Fin. Marisa Montero. 4º de EGB.»

Terminó de leer y levantó la cabeza, con la boca y los ojos muy abiertos. Pensé que estaba asombrada de lo parecida que era mi vida a la suya a esa edad. Pero entonces empezó a hablar:

—¿Llegabas en solo diez minutos al colegio? ¿Ibas andando, y con tus amigas? ¿Qué son las alturitas y el chorro nosequé? ¿Ibais al parque en gimnasia? ¿Le llamabais Don Miguel al profesor? ¿Comías en casa? ¿Qué son el Ant Attack y el Spectrum? ¿Tus amigas te tocaban el timbre? ¿Y sin haber quedado? ¿Qué son la comba y la goma? ¿Te llamaba la abuela desde la ventana? ¿Bajabas a la cabina a llamar? ¿No tenías móvil ni fijo? ¿Veíais la tele todos juntos? ¿Qué es el Un, dos, tres? ¿Cómo que levantarse a cambiar de canal? ¿A las nueve y media a la cama, tan pronto? ¿Dormías con el tío? ¿No teníais una habitación cada uno? ¿Qué es EGB?

Me quedé paralizada. Cuando conseguí moverme le quité mi redacción y murmuré: «Tenías razón, no te entiendo». Me senté en la cocina intentando asimilar el cambio que había sucedido, sin darme cuenta, en los últimos treinta años. Mi hija me había hecho sentir, aunque sin quererlo, vieja y antigua. «Pero eso sí» pensé, «lo de ayudar a su madre a recoger no le ha llamado la atención a la muy…».

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20 respuestas a “Un día de mi vida”

  1. Entre una madre y una hija esa batalla esta casi perdida jajajaja, me encanto!

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  2. No puedo estar más de acuerdo… Vivo lo mismo con mis hijos…

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    1. Supongo que algo general, ellos creen que lo saben todo y nosotros que no hemos cambiado, y ¡ni lo uno ni lo otro es cierto!

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      1. Exacto… Ese es el punto…

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  3. Qué bueno! El tiempo pasa y las cosas cambian y mucho. Es muy bueno el relato. Me ha encantado. Felicidades. Lo comparto. Es agradable y genial, leerlo 😉

    Saludos

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    1. ¡Muchas gracias! Te pones a pensar en lo que han cambiado las cosas y da hasta vértigo 🙂

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      1. Buenos, la vida está llena de cambios, será mejor acostumbrarse. Muchas gracias 😊 por tu publicación y tu respuesta a mi comentario. Encantado. Un cordial saludo.

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  4. Estupendo! cómo me has hecho reír recordando viejos y buenos tiempos, por fortuna hay quienes todavía los apreciamos😊

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    1. Me alegro de que te haya gustado, ¡muchas gracias!

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  5. ¡Que bueno! Magistral. Algunas veces me paro a pensar en mi infancia (soy mayor que tu, 54 años) Pero para mi, no me parece que fuera hace tanto, hasta que…
    Recuerdo que cuando era muy niña, las mujeres no conducían, ni podían ir a comprar (por ejemplo) una lavadora solas. Aunque la riqueza del matrimonio la aportara ella, no estaba autorizada a hacer compras sola (salvo ir al supermercado). Fui creciendo y empecé a ver a ¡MUJERES fumando en la calle! En fin…. que si pasa el tiempo aunque no seamos conscientes de ello.

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    1. Pero estarían las cosas para cambiar cuando tú eras pequeña, creo yo. Nací cuando tenías 14-15 años y, por ejemplo, mo madre conducía. Aunque recuerdo que una tía mía fumaba y era rarísimo.
      Qué le vamos a hacer pasa el tiempo, sí. Ayer hablando con la mayor, le dije: «Entonces no había internet». Tiene 12 años, ¿se podrá imaginar un mundo sin internet?

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      1. Y sin teléfono móvil. Eso si que les parece la incomunicación absoluta. Mi hija mediana, hace pocos años (creo recordar que tenía 24 años) me preguntó que si cuando nací ya había coches. Me dio un ataque de risa. Un día de estos que me inspire haré un relato en el blog. Fue épico. Sobre todo porque tres meses más tarde en una conversación sobre la obesidad infantil, me comentada que cuando yo era pequeña los niños no estaban gordos porque me crie en la posguerra. Le pregunté de que guerra estábamos hablando. Otro ataque de risa. Así no se puede envejecer sin arrugas. No hay manera 😉

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      2. Ja, ja, ¡qué bueno! Eso me ha recordado cierta conversación:
        -Lo dinosaurios ya no existen, se extinguieron hace muchos, muchos, años.
        -¿Cuando tú eras pequeña?
        Espero con ganas ese relato porque va a merecer mucho la pena.
        Un abrazo.
        P.D.: Pero ¿había o no había coches? Ja, ja.

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