Insisto,porque a ejércitos de amaneceres no nacidos,
he prometido su nombre, porque he librado en su piel todas las guerras perdidas, cuando posponiendo la estocada, ha obligado a mi orgullo a suplicar entre gemidos, -piedad, señor mío, piedad-.
Insisto porque me he enamorado de la muerte cada vez que su espada, -dura e inmisericorde- traspasa mi carne hasta la empuñadura y me hace crecer el cielo entre las piernas.
Por esta suicida fijación de gobernar sus parajes, insisto.
Sí, insisto en esta masoquista elección de morir queriéndolo y no vivir la turbulenta paz de aquellos que se dieron por vencidos.
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