Cuando el amor
apenas roza las mejillas
y los sueños viejos ya no alcanzan,
las sonrisas emergen orgullosas de las marcas
enteras,
luminosas,
intactas.
Comienzan a
hacerme compañía las manos llenas,
se deslizan con paciencia, musicalizadas,
guardan en sus bolsillos cada beso que aposté
y la delicadeza de los lunes por la mañana.
Cuántos
segundos aterrizan en la mirada
de quien adentro trae el mar y juega con las olas a destiempo,
a cuántos pasos estamos de colgarnos de los nervios
-y no gritar, sino escribir-
para vaciarnos, sin tibieza, lo que mordimos con los dedos.
Me alejo de los ecos cómplices y las frases cortas,
obligada a reinventar los parabienes de una caricia,
desvisto mi intensidad,
mis días malos,
las heridas abiertas.
Camino para iluminar la habitación entera
y no cargo sentimientos precarios
ni sueño con las imágenes repetidas
de una frustrante escena de celos.
Comienzo el día desde cero,
ardiendo por todas las mujeres que fui
adelantando mis pasos para recibir
con los bolsillos vacíos y los ojos llenos.
Magnífico. Enhorabuena y muchas gracias.
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Muchísimas gracias a ti, Lothrandir. Ojalá siga leyéndote por aquí. ❤
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Maravilloso. Gracias y enhorabuena.
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Maravilloso poema. Lo disfruté mucho.
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Roberto, qué gusto saber eso. Te mando un fuerte abrazo.
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Ontas
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Jajajaja, ya tú sabes. ❤
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Hermoso 💕
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Muchas gracias, qué bonito comentario. ❤
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Muy bonito poema, me encanto y me gustaria mucho volverte a leer.
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¡Qué amable, Betty! En mi página http://www.florecerasi.com estaré compartiendo contenido mío. ¡Abrazo grande!
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