Pícaro

Como cada semana acude a su cita, rellena la plantilla de jueves y sábado. No siempre se decide por los mismos números, los alterna, total piensa que todo es cuestión de suerte. A veces son cifras de aniversario, otras veces algunas que dieron premio en la ruleta, y otras, cifras de la desgracia. Sin pensarlo mucho, coge dos monedas, y pide un jocker, total la suerte ya está echada. De vez en cuando se tienta imaginando que será el afortunado, y cómo resolverá todos los problemas que le dan dolor de cabeza, pero luego baja a tierra y desecha la ilusión para evitar el chasco. Y así, Pícaro, el protagonista de esta anécdota, juega todas sus semanas su cuota de lotería. Pícaro confía en su buena estrella, esa que nunca ha tenido, esa que nunca le fue otorgada. Pero él como buen creyente, obrero en la rutina, no pierde la fe en un golpe de suerte, pues Dios siempre reparte parejo, aunque sea tarde. Y Pícaro se lo cree, por eso, hoy ha vuelto a caer, convencido se ha dicho que de hoy no pasaba, ya le toca, son muchos años siguiendo la zanahoria. Esta vez me toca comerla a mí. Así, Pícaro, muy decidido, se ha lanzado a por el mejor atraco de la historia, va a desvalijar ese establecimiento de loterías y apuestas que le ha robado durante años su buena estrella, su dignidad y todas sus monedas de cobre. Por fin, recuperará como buen practicante, la fe en el prójimo y por supuesto la fortuna que tenía en sus bolsillos.

Relato incluido en el libro L’anima.

2 respuestas a “Pícaro”

  1. Que bonita simpleza de relato, me ha fascinado. Tan limpio, tan nítido, ¡precioso!

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