Cuántas veces giramos cansadas
esperando que todo cambie
y nos miramos y nos miramos
pensando en otro lugar.
Resignadas recogemos los trozos
de un amor mal conjugado
que dejó cavidades borrosas
atiborradas de odio rallado.
Medimos cada paso que no damos,
redondeamos cada verbo
con sus manos que son mis manos
y acumulamos y acumulamos.
Las que no llegaron.
Las que no se fueron.
Las que gritaron.
Las que callaron.
Las que pidieron ayuda.
Y las que no.
No puedo nombrarlas a todas,
pero pienso en ellas cada día
viéndonos de frente
con su dolor que es mi dolor
y mi fuerza que es la suya.
Traemos veinte flores en los brazos
y giramos y giramos
deseando otra vida con menos odio,
poder agarrarlo todo
y que nos amen de verdad,
que vivamos de verdad.
Deja un comentario