Jade

A quienes en ellos radica el espíritu de sus ancestros.

El universo, el inicio, la eternidad.
Trascendencia e inmortalidad.
Los inmortales forma y color
de mis rasgos y mi piel.

Con inferioridad
les volteas la mirada
de tus ojos de miel.

¡Ojos preciosos!
Grana en tus labios
y tu rostro de nieve.
¡El rostro impuesto!

Canto a los dioses
por tu divinidad,
por mi dignidad,
por el eco de nuestras voces
sosegadas y ahogadas.

Hilo mi historia entre las montañas
entre prendas, cuentas y colores,
hablo con el sol y las lunas llenas,
la tierra y las estrellas,
el jaguar y las aves.

Leo la vida sobre mis descalzos pies,
y sueño… sueño con que un día
el mundo sea uno
la misma vida,
la misma muerte
la misma suerte…

¡Que no me exilies!
¡No me desaparezcas!
Que no huyas, no te calles
¡Que permanezcas!

Esta es mi tierra, mi raíz, mi fuente.
Aquí florecí y hoy marchita me llevas
a un funeral sin cantos ni rosas
con la identidad robada,
mi lengua extinta…
mi último aliento.

El último grito vacío
al fondo de este frío
y profundo mar,
como el grito de auxilio
de sus hijos milenarios.

Aquí termina el camino.
En un mítico lugar de jade
protegido por guardianes
donde moran los espíritus,
donde uno ya no muere.

Jade es el alma,
verde como mi madre.
Mi madre tierra olor a jade,
olor a vida.

Jade es mi espíritu,
azul como los cielos.
Mis cielos color jade…

 El color de la eternidad.