Me voy a hundir en la penumbra.
Hoy me acobardan los pensamientos
en el mar del anochecer.
Me voy a hundir,
me estoy hundiendo
en la desesperación.
Me estoy perdiendo en el olvido.
Me estoy ahogando en medio del ocio y la música,
de las noches tristes y solitarias.
La oscuridad me abraza
y luego ardo, me quemo,
me hago cenizas, pero es necesario
para alumbrar mi camino entre esta oscuridad helada.
Hoy me duele el cuello
de los mordiscos
de la persona equivocada.
Hoy pierdo la fe
cuando pienso en “la razón”,
esa cadena en donde el sentido es un eslabón,
y me aprisionan,
y yo, que no sé obedecer más que a mi libertad,
me quedo inmóvil, atónita;
se me llenan las manos de miedo.
Miro al techo y escucho las campanas,
retumban fuerte
sólo en mi mente,
y en un tris–tras viene el tiempo
y dice: “Duerme,
que ya casi son las 6 a.m.”.
Mi respuesta es vaga, aún cobijada por el sueño,
así que dejo pasar al tiempo
y me quedo sola nuevamente,
y amanece,
amanezco,
como de costumbre suelo hacerlo,
despertando a la misma madrugada.
Le grito: «Despierta,
que ya casi son las 6 a.m.,
y a mí me duele el cuello
de los mordiscos
de la persona equivocada”.
Joselyn Revelo
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