Estoy de cuerpo presente en esta oficina
pero todo mi interior se ha mudado
a dónde le evoca lo que suena en mis oídos.
Muchas lunas atrás
escuchaba el mismo eco pero proveniente de tu boca,
de tu ojo guiñado
y del verano de promesas.
Yo también he dejado de verte
en cualquier cielo gris
pero el aire no tiene dueño
y, gracias a él,
sin tú saberlo,
me hiciste
intangible,
inmortal,
inteligente,
y, sobre todo,
-menos sobre mí-
indestructible.
La vida en sí son ecos del pasado que nos vuelven lo que somos: seres fuertes, supervivientes. Bravo.
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GRACIAS por aportar lógica y prestigio a mi vida literaria.
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