bajo la mesita de noche
una pesa
negra
redonda
empolvada
sola
su gemela se extravió en una mudanza
el moho devoró la piel de quién la sostenía
nada
remedia el vacío en medio del pecho
sobre la misma mesita de noche
un libro con insomnio
un florero de promesas marchitas
un vaso en sequía
la pesa y yo
equilibrando la sombra de lo que ya no está
somos color lluvia
sin bocas de cielo
donde besa
el porvenir