Demostrar por inducción
que si te quise ayer
y te quiero más hoy,
es un amor creciente.
Intentar que el límite
de tu sonrisa sea infinito
y no esté acotado
en ninguno de nuestros futuros.
Que lo único convergente
sea el tiempo que tardemos
en volver a vernos.
Y que diverjan las ganas
de entendernos cada día.
Que sea un amor continuo
y tenga máximos locales
en cada beso,
y en cada caída.
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