Vienen
las dunas de vinilo y corrientes fonográficas,
la resonancia tornasol y el eco ultravioleta,
la polifonía del ocaso.
Ya vienen:
la partitura del médano,
la danza clandestina,
bailar descalzos sobre el caos,
la enésima identidad del ser.
Entre umbrales submarinos, pentagramas en la arena,
mi reflejo tecnicolor y las rutas marítimas que perfilan mis arterias,
me descubrí:
Diosa de mi propia existencia.
Me voy
de estas calles que me vieron esperar semáforos,
me abrieron todas sus ventanas
y ya no les quedan parabrisas que romper.
Ya me voy
porque a este pueblo con esquinas no le caben supernovas,
porque revientan en mi mente
estrellas pirotécnicas y cohetería abstracta,
porque me gobierna este corazón errante y vagabundo de cometas,
porque nací con prisa y en cuatro minutos perdí veinte años,
porque es ahora o nunca.
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