Descripción de la poesía de hoy
«Aún se mantiene sobre el género poético esta aura de nobleza y prestigio que lo hace parecer más distinguido que otros como la novela o el ensayo. Sin embargo, ¿acaso esta nobleza sigue siendo legítima, justificada, viendo cómo se ha obrado últimamente en Poesía?»
Hace años ya que la Poesía parece estar estancada en los mismos modos, las mismas formas (o sea, la ausencia de ellas) y costumbres laxistas. La poesía que se da –pues no puedo decir que se hace, dado el escaso trabajo que se le dedica– hoy en día está destinada a la lectura (que no a la recitación) en las jam o los slam de moda ante un público que, de todas formas, se apabullaría ante cualquier poema, más ansioso que está por que sea su turno que por escuchar (tal es la pantomima: «Yo te aplaudo, tú me aplaudes»…). Acaso, después, esta poesía de influencer recibe la atención de una gran editorial, interesada más por su filón que por su calidad, y así es cómo esta mercancía es distribuida, buscando vender a base de hashtags, a manos de lectores en su mayoría adolescentes (no solo físicamente) que creerán que eso que consumen es lo más de lo más en poesía últimamente.
Su condición de texto para ser leído ante un público provoca que los poemas presenten un lenguaje poco trabajado, que se queda en una expresión mundana, oral, imprecisa y demasiado a menudo vulgar aun cuando no hay razón para serlo. El Poeta hoy en día habla groseramente, y no solo me refiero con ello a que distribuye palabrotas gratuitas a cantidades como Jesús distribuía panes, sino que, en general, la expresión que produce es grosera, en el sentido primero de la palabra: el sentimiento es expresado grosso modo.
Además, su nulo trabajo en la forma hace que lo que se busca expresar no esté comprimido debidamente en el poema, y este se alargue más de lo necesario: no hay concisión, sino una sucesión de versos vacuos que no han sido llenados de sentido. El Lector que haya asistido alguna vez a un recital de Poesía entenderá a qué me refiero, pues se acordará seguramente de aquel momento en el que un Poeta empezó a recitar versos y versos y versos durante una eternidad; a menos que esta larguísima duración fuera solo el parecer de aquel oyente, aburrido por el tono monocorde del divino rapsoda al recitar su poema en el que, una vez concluido, ningún asistente tendría claro de qué le habían estado hablando.
Esta misma Poesía que antaño ofreció grandes momentos líricos o épicos en lo superbo como en lo tremendo ahora está despojada al completo de todo lo mayúsculo y se contenta con escribir, en letras minúsculas, lo íntimo. Rebusquemos en algunos de los muchos poemarios de nuestro siglo y nos encontraremos en la mayoría de las composiciones un tono neutro, llano, versos que expresan sentimientos en modo descriptivo; pocos serán los que se exalten, por ejemplo con exclamaciones. Un espejo, quizás, de nuestra época en la que la vacuidad es lo que prima. Con el pop art inmiscuido en las diferentes disciplinas artísticas, como las performances o los graffiti de Banksy, toda una cultura de lo efímero se ha introducido en la Poesía, por ejemplo con las continuas referencias a la cultura pop (personajes de ficción o celebridades, etc.) que serán obsoletas tan pronto como sus referentes vayan a su obligado olvido.
Más aún, la Poesía como creación se ha visto desacralizada hasta extremos vergonzosos. Tal es así que el lema del festival de Poesía Voix Vives en su edición de 2019 era To(le)do es Poesía, desdibujándose así el mensaje Todo es Poesía. Frente al concepto romántico de Poeta-Dios, hoy se lucha por difundir la idea de que el Poeta es un Hombre cualquiera, que todos podemos ser Poetas. Si bien estas posiciones son parcialmente correctas, olvidan, en un relativismo absoluto tan propio de la Postmodernidad, que no todo es aceptable, ni bueno…ni Poesía; más importante aún, se ha olvidado hoy que la Poesía (como el Arte en general) necesita un sentimiento litúrgico respecto a la Creación y su Creador, y esos mismos que pretenden democratizarlos contribuyen en realidad a la indignidad cada vez más creciente de nuestro arte. Porque que todo sea Poesía implica, al final, que la Poesía no sea nada.
No obstante, el problema en absoluto reside en el hecho de que se escriba de forma oral sin cuidar la expresión; tampoco es que de esta forma se destile el sentido; o que se trate siempre lo íntimo, de manera poco importante y de modo declarativo, ni que se obre de forma frívola, efímera y nihilista; no: el problema es que todos los poemas de casi todos los poetas hoy en día se escriben así. Hay en el panorama actual una absoluta falta de variedad, ya sea a nivel ideológico como a nivel estilístico, que provoca que todos los poemas, en página, se vean igual a causa de su “forma disforme”, que se debe al uso constante de la libertad formal sin ningún sentido, como si de una resignación se tratara.
Aún se mantiene sobre el género poético esta aura de nobleza y prestigio que lo hace parecer más distinguido que otros como la novela o el ensayo. Sin embargo, ¿acaso esta nobleza sigue siendo legítima, justificada, viendo cómo se ha obrado últimamente en Poesía? El Poeta se ha hecho indigno de su título, él que ha cedido a la facilidad en su Oficio y ha dejado de esforzarse. De todas formas, ¿qué podría expresar? Él coge la pluma pero no tiene nada que decir, y por esto escribe poemas que no dicen nada; simplemente porque, en su confort moderno occidental, ya no tiene ninguna lucha en la que involucrarse, aparte de los pseudocombates dictados por los medios de información. Leamos los grandes poemas de nuestro pasado, leamos a Víctor Hugo o a Miguel Hernández y, al volver la vista a la poesía de nuestro presente, solo podremos entristecernos de su absoluta llanura.
Fragmento de la Introducción de
Seis vértebras: Antología para una Generación Nova,
obra coordinada por H.B.M. y publicada por Ediciones en Huida (2019).
Y vosotros, ¿qué pensáis?
Poeta de Pantomima Full
Deja un comentario