Me desgarra el miedo.
Me tortura la desconfianza.
Nadie me querrá como yo lo hago
y eso me asusta.
Porque yo me veo con ojos sinceros
pero otros con simple deseo.
Me da miedo quedarme sola
porque la soledad me ahoga.
Pero temo que me quieran demasiado.
Espero no arrastrar conmigo a nadie
al abismo de contradicciones
en los que me baño cada mañana
y me desangro un poquito
cada día que pasa.
El mar arrastra, ahoga pero también salva.
Y ese es mi consuelo:
Ver el mar a través de sus ojos marrones y verdes.
Me consuela saber que cuando yo no me quiero,
ella me quiere por las dos.
Mi salvavidas en días tristes.
Mi felicidad en días de auge.
Mi todo.
Mi vida.
Mi madre.
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