Prometí que te seguiría allá donde fueras,
quizás en un impulso de perpetuar la ilusión que nos arropaba,
o la necesidad de que nuestra historia no terminara,
y quedarme con los anhelos en los brazos,
para tener algo que abrazar mientras no estabas.
Pero ha pasado el tiempo
y no he podido conseguir deshilvanar la mala suerte de mis huesos,
esperando un milagro para que aparezca la oportunidad
de escaparme, filtrarme sigilosa en algo más que tus sueños,
mirarme de nuevo en tus ojos y saberme dueña de esa sonrisa,
maldita sonrisa culpable de todo.
Le doy vueltas y se me acongoja el alma,
porque mi imposibilidad es responsable de que tiraras por el drenaje
la promesa que te llevaste, que ibas a esperarme,
y te veo feliz, desperdiciando los claveles que son míos,
con alguien que no soy yo, ni se parece,
tal vez menos complicada, más alegre.
Yo también sentí en mis venas la incertidumbre
del futuro que moría entre mis manos cada atardecer,
alejándose cada día de mis deseos,
perdiéndote en cada estrella, en cada verso nuevo.
Ahora, que hay una posibilidad de acercarme,
de tomarte de la mano y caminar por las calles que me contaste,
no sé si cumplir mi palabra, o si será mejor resignarme,
resignarme al olvido al que me relegas, a la fosa que cavaste
donde enterraste aquellos días donde juraste amarme.
Hay un toque maestro en cada estrofa!
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Muchas gracias Richard!
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