Habría sido un deleite si no nos hubiéramos puesto tan borrachos, tan tercos, tan derrochadores y poco avispados. Si no se hubiera ido el último metro, si no nos hubiéramos perdido en esas calles revueltas. Sí que habría sido un deleite si hubiéramos podido detenernos de pie con un rico pedazo de pizza en la mano. Si no tuviéramos la necesidad de salir corriendo de los lugares sin pagar, embadurnados de sudor y de unas ganas obscenas de besarnos esa noche en que nos conocimos.
Deja un comentario