Ellos
no conocen
la materia
oscura
del dolor.
Reciben,
tan solo,
sus golpes.
Ellos
no saben
(qué van a saber)
lo que es
deshilacharse,
rasgar la carne,
parir un hijo;
dar amor
como quien da
su vida.
Ellos
no sangran
(lava
subterránea
que brota,
inexorable,
de un tajo abierto
en el tiempo
y que nunca,
jamás,
se cierra).
Ellos van
por ahí
contando sus penas,
como monedas
sucias,
gastadas,
fuera
de circulación.
El miedo los vence.
Y cuando la luz
se ausenta,
a escondidas lloran;
y se marchitan
y envejecen
solos,
siempre solos.
Maxi Guerrero
@mx.guerre
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