Una efervescencia, una burbuja, una inquietud.
Un paso apurado y distraído por una meta.
Una esperanza en un punto ciego.
Una angustiosa carrera que en su ganancia aporta toda pérdida.
Porque llegado el momento de lo esperado,
en la felicidad, se aloja la tristeza.
El minuto pasa y se diluye
y lo finalmente alcanzado, en la cercanía, pierde consistencia.
Esa vorágine, que en sus promesas adormecidas nos atrapa,
será entonces nuestro inútil consuelo.
Y el ruido ensordece,
el día a día anestesia,
el quehacer tiene sus fechas de entrega
y el cansancio se desvela en la angustia de lo no logrado.
Porque la importancia depende de lo aparentado
y aquello que es poseído define al que lo sostiene.
Pero…
¿Es acaso la vida un bien coleccionable?
¿Es un corazón en pausa algo digno de ser colocado en la vitrina?
Y cuando los días se marchiten y el paso se haga cansado
¿acaso no pesará lo acumulado?
¿Será entonces cuando finalmente entenderemos
que era precisamente aquel que considerábamos tonto el más versado?
Y los ojos siempre miran hacia afuera,
pero el secreto yace escondido bajo capas de conceptos sin sentido.
Descubrirlo no es sencillo.
Piedra a piedra hay que demoler lo construido
para finalmente contemplar
lo que siempre estuvo allí y no conocíamos.
Carmen Adriana Laya
@calaya70
Leer sus escritos
Precioso poema, de una fuerza expresiva difícil de lograr. ¡Enhorabuena, un gusto leerte!
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Bellisima forma de describir nuestras reflexiones mas profundas, nuestras ansiedades, las paradojas de los momentos que estamos viviendo actualmente.
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Es precioso este poema. Me ha llegado a lo más hondo por la forma en la que has volcado tu talento en estas líneas. Un fuerte abrazo.
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