Todos me decían cómo debía ser,
Lo que tenía que hacer.
Cuando yo me lo dije,
Volví a ser niña, volví a ser mía.
Retorné al lugar en donde fui feliz,
El que conservaba de mis ojos el matiz.
Antes de eso me ahogaba en letras,
Me deshacía en la idea de ser como otros poetas.
Sacudía estelas de polvo en rostros que debía arrojar al olvido,
Vivía con temor por aquellos demonios sombríos.
Pero el dolor no se remedia con rencor,
Ni la tristeza con una pena mayor.
He cerrado las puertas a los fantasmas,
He dejado que entre la luz a mi alma.
Es que siempre lo tuve todo aquí y recién me percato,
Ya no le escribo a otros ni otras, eso es en vano.
Todos estos poemas son para mí, los muy necios,
Porque son mis sueños los que velan recuerdos,
Porque mi infancia reclama su puesto,
Porque habito conmigo aquí,
Porque perdiéndome aprendí a reír.
Ya no les tengo miedo,
Ya no me engañan sus juegos,
Ya corrí y cesé, y hablé, y callé, y morí,
Y hoy vivo. Vivo de nuevo, vivo de cero.
Y pretendo vivir para siempre,
Sin el más mínimo recelo.

Carolina Palacio Ramírez
@carolinapalacioramirez
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