Yo escribo. Y le escribo al agua, al fuego;
al suelo que palpita y al viento siseante.
Yo le escribo a aquello que entra al pecho,
sin la necesidad de tocarlo.
Enmarañadas luces yacen en el pantano
y miran, aquello que nosotros no notamos.
Yo le escribo, casi siempre, a quienes
andan todas las caras de esta tierra
(Fango, barro, légamo, arcilla y arena)
sin emitir, una sola palabra.
Y es que yo le escribo a lo que me observa,
tratando de descifrar sus ojos.
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