Romper las ideas que me son impuestas, dadas,
y que acalladas en mi cabeza
se presentan de la nada, en formas violentas
que siento asfixiadas,
atragantadas dentro de mi cuerpo
amurallado por invisibles manos.
Me son extrañas,
que son perennes.
Romper mis tensas mandíbulas
en pedazos contra el suelo.
Alivio, riqueza de sonidos,
huesos destartalados convertidos
en una oscura melodía abismal.
Gritar al cielo
en una negra madrugada
de una fría noche.
Y suponer que mi agitada voz se oye,
y pensar en fugaces palabras
rotas hoy por el tiempo
que ya no me sirven,
que ya no son mías,
que ya no las quiero.
Romper dulcemente con el tiempo,
y fumar puros habaneros
mientras mi madre baila
un apasionado tango, en un lúgubre antro
de mi querida ciudad.
Quebrar alguna estructura
que ahoga,
que aprieta,
que no me deja continuar.
Difuntas palabras para encontrar
nuevas que me guíen hacia algún final
inesperado, abrupto,
violento y dulce que estalle en mis manos,
sin avisar.
Romper a puñetazos, a bastonazos
con las huellas de lo que soy
para encontrarme conmigo
para encontrarme contigo,
mi amor.
Romper lo que dije,
lo que diré,
lo que soy,
lo que seré.

Natalia Cabanillas Sola
nataliasola.com/
Leer sus escritos
Deja una respuesta