Vuelve hoy a mí, vendaval,
al fin,
que un agujero dentro de mí te espera.
Ven y bórrame, límpiame,
entrega como ofrenda mi conciencia
a un deseo nuevo,
a un amor nuevo que me deslumbre.
Trae a este tiempo y este espacio
la imagen que desde el futuro añoro
o llévame tú con tu fuerza
a otro tiempo y otro espacio donde otro agujero me espera a mí.
Sé implacable:
no mires siquiera todos los muros que necio te levanto
sino barre,
barre hasta dejar solo ojos anhelantes frente a ojos entregados,
ojos entregados frente a ojos anhelantes.
Ven porque ha sido ya largo el reino
de mi silencio y tibieza y la juventud
me exige nuevos ímpetus con los que alimentarse,
la mía y la de tantas almas jóvenes entre las que habito.
He esperado ya en la noche excitante,
en las junglas místicas y las profundas cavernas de lo hermoso,
así que ven al fin portando la aurora
tú que renuevas huracán la vida.
Fernando Benito F. de la Cigoña
Leer sus escritos