

Por: Aurora Hernández
Federico García Lorca fue uno de los escritores más influyentes de la literatura española del siglo XX. Su obra, profundamente ligada a las raíces andaluzas, el folclore y las tradiciones populares, destaca por su intensidad lírica, simbolismo y una sensibilidad única hacia el dolor humano y la injusticia social. Pero más allá de su genio literario, su figura también se convirtió en un símbolo trágico de la represión política e ideológica.
Orígenes y formación
Nacido el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros, un pequeño pueblo de Granada (España), Federico García Lorca creció en un entorno rural que marcaría gran parte de su imaginario literario. Su madre, una maestra de escuela, le transmitió el amor por la literatura y la música, mientras que su padre, un próspero agricultor, le permitió una educación privilegiada para la época.
Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Granada, pero pronto se trasladó a Madrid, donde se instaló en la famosa Residencia de Estudiantes. Allí entabló amistad con figuras claves de la cultura española como Salvador Dalí, Luis Buñuel y Rafael Alberti.
Ascenso literario y etapa creativa
Su primer libro, Impresiones y paisajes (1918), pasó casi desapercibido, pero sentó las bases de una obra que más adelante impactaría profundamente. Con el poemario Romancero gitano (1928), Lorca se convirtió en una figura central del panorama cultural español. Esta obra combina lo tradicional y lo vanguardista, con una voz poética profundamente simbólica.
Entre los libros de Federico García Lorca más destacados se encuentran:
- Poeta en Nueva York (publicado póstumamente en 1940)
- Bodas de sangre (1933)
- La casa de Bernarda Alba (1936)
- Yerma (1934)
Estas obras no solo consolidaron su genio poético, sino también su maestría como dramaturgo. El teatro de Lorca introduce una visión profunda sobre el papel de la mujer, la opresión social y la tragedia del deseo no correspondido.
Lorca fue un miembro destacado de la Generación del 27, un grupo de escritores y artistas que renovaron la literatura española con una fusión de lo clásico y lo moderno, destacándose por su espíritu innovador y su capacidad para experimentar con nuevos lenguajes.
Poemas de Federico García Lorca. La belleza y la tragedia
La poesía de Lorca es un universo en sí mismo: lleno de símbolos como la luna, los caballos, la sangre y el agua. Algunos de los poemas de Federico García Lorca más conocidos son:
- Llanto por Ignacio Sánchez Mejías
- Romance de la luna, luna
- La casada infiel
- Baladilla de los tres ríos
Soneto de la dulce queja
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
Frases de Federico García Lorca
Las frases de Federico García Lorca reflejan la intensidad de su pensamiento y su sensibilidad hacia el arte, el dolor y la condición humana. A través de palabras cargadas de simbolismo, el poeta granadino dejó pensamientos que hoy siguen conmoviendo por su profundidad y belleza. Aquí recopilamos algunas de sus frases más recordadas:
“Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo.”
“La poesía no quiere adeptos, quiere amantes.”
“El que quiere arañar la luna, se arañará el corazón.”
“No creo que ningún artista trabaje en estado de fiebre.”
“Callar y quemarse es el castigo más grande que nos podemos echar encima.”
La ejecución de Lorca: un símbolo de la represión
Lorca fue asesinado en agosto de 1936, al comienzo de la Guerra Civil Española, por fuerzas franquistas. Aunque no militaba activamente en ningún partido político, era una figura muy visible del pensamiento libre, vinculado al arte, la cultura y los valores de la Segunda República. Su voz crítica, su cercanía con círculos intelectuales progresistas y su defensa del teatro como herramienta social fueron percibidas como una amenaza por el nuevo régimen autoritario.
Su ejecución no fue solo un crimen político, sino también un intento deliberado de silenciar la diversidad identitaria, cultural y artística en un momento en que el país se encaminaba hacia la censura y la represión. Hoy, su muerte sigue siendo una herida abierta en la memoria histórica de España, y su obra, una forma de resistencia que nunca murió.
