Treinta y poco

Ella corre la cortina, que entre sol. Se agacha junto a él, le acaricia los pectorales bien trabajados, le habla al oído. —¿Vas a quedarte a desayunar, mi negrito? —Mmmh… ah, buen día. ¿Qué hora es? —Mi negro, ¿modosito te pusiste hoy? Anoche estabas tan apasionado… —¡Las diez! Se me hace tarde para empezar miSigue leyendo «Treinta y poco»