Seísmo de sábado

Amanece por la celosía. Tahir entreabre los ojos, todavía rojizos. Se los frota con fruición. Sabe que dentro de un rato le traen a Tomás. Precisa ese rato para volver en sí. De la resaca de sexo soez. Del grosero galope goloso. Pero ese rato no es otra cosa que… la mañana después. Impío vacío.Sigue leyendo «Seísmo de sábado»