
Eran las cinco de la tarde cuando me atravesaron de parte a parte,
no hubo previo aviso, sólo dos certeras saetas irrumpiendo en mi pecho,
la sangre cayendo y mi corazón roto y herido… Fue una obra de arte.
Así que aquí estoy hoy, ejerciendo de verdugo y abogado de este órgano enamorado.
Nunca he sido de falsos profetas, soy más de poetas,
y estos versos son mi única defensa,
me dijeron que era cosa de balas perdidas, que el amor era una mentira,
y sin embargo sigo aquí, viviendo a base de tiritas y pastillas.
Quiero decir que, en realidad, soy la víctima,
me atacaron duramente, pues de hielo y piedra es mi interior,
ya no tengo corazón, perdí el control y me he quedado sin respuestas,
la verdad es que nunca existió otra solución, fui yo quien se clavó las flechas.
No tengo perdón ni castigo, me cercenaron las alas y la poca alma
que tenía, ni Whitman ni Lorca, sin sentimientos ni sonrisas,
me paso los días con Safo, preparando la teoría de esta apología,
y nada, que no hay defensa para la ceguera, tal vez sólo me queda la paciencia.
Quizás fueron sus ojos, su risa mal acompasada o sus dientes como lápidas,
no lo sé, pues ya no me queda nada, sólo una Polaroid vieja y un baúl abandonado
en el centro de mi conciencia, ¿cuál es el veredicto, víscera rota y enamorada?
Mentira, señoría, que se levante la sesión,
¿no ven que estoy hecha una pena? ¿no ven que perdí la razón?
miento, pero ustedes no lo entienden… ¿es qué no tienen corazón?
∀
Por: Almudena Anés (Escritora de Letras & Poesía)
https://historiasdel98porunadel13.wordpress.com

Deja un comentario