Estaba jugando con mi amigo Jairo al ajedrez, cuando mi “Reina”, a pesar de mis continuas advertencias salió a pasear a caballo y sin escolta.
Salió creyendo que todo era de color de rosa, que los pajaritos cantan y las nubes se levantan. La chica estaba de muy buen ver, pero era más inocente que un bebé y pasó lo que era de esperar. No puedo culpar a mi amigo por lo que hizo al verla sola e indefensa, cantando una de Carlos Gardel y saltando de cuadro en cuadro. Aunque yo en su lugar, después de raptarla, no le hubiera dado un hijo, hubiera tomado mis debidas precauciones y más en casos así “de aquí te pillo y aquí te mato”. En fin, son cosas del querer… del querer echar uno rapidito.
Desde aquí, quiero hacer un llamamiento: Si alguien ve a mi Reina, decidle que la perdono y que del fruto de su vientre, haremos un buen peón.
Por: Jordi Cabré Carbó (España)
jordicabre-33.blogspot.com.es
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