Me di cuenta demasiado tarde que había algo enfermizo en tu manera de quererme. Siempre me decías que era tuya aunque sabías que no me gustaba que hablaras así, pero no te importaba lo que yo sintiera. Y cada vez que me preguntabas si lo era, te contestaba que no, que no somos objetos, que nadie le pertenece a nadie y que el amor debe basarse en el respeto y la confianza mutuos. Te faltaba tiempo para rodearme con tus brazos cuando se me acercaba alguien y, en el fondo, sabía que no lo hacías como muestra de cariño, sino para marcar tu territorio. Nunca aceptabas un no por respuesta, que terminaba convirtiéndose en un sí a regañadientes y después me culpabilizaba por ello, porque quizás no había sido lo suficientemente clara o tal vez me había faltado determinación en mis palabras. Pero ahora sé que no tuve la culpa de nada, pero ahora ya es tarde.
—Queda arrestado por el presunto asesinato de Anna. Tiene derecho a guardar silencio… —le informaron los agentes que se habían desplazado hasta ese horrible lugar que juré mil veces que jamás volvería a pisar.
¿Presunto? Maldita sea, de eso nada, yo estaba allí y lo vi todo. Me disparó a bocajarro, ni siquiera tuve ninguna posibilidad de defenderme. Pero ¿por qué demonios no puedo articular palabra?
—… y a no declarar contra sí mismo… —continuaron leyéndole sus derechos.
Maldita sea otra vez, ¿derechos? Miradme, estoy aquí. ¿Eooo?, ¿es qué no me veis? o ¿acaso yo no tengo derechos?
—Eres un maldito hijo de puta, ¿por qué lo has hecho? —escuché decirle a una de mis mejores amigas mientras se llevaban esposado a mi presunto agresor.
—La maté porque era mía —respondió sin el más mínimo atisbo de remordimientos.
No sé si es que acabo de ver un vídeo relacionado a la violencia femenina, pero esto casi lo he sentido como si hubiese sido yo. La opresión, impotencia y sentimientos de culpa me inundaron a cada letra. ¡Gracias por compartir!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias a ti por leerme 😊😊
Me gustaLe gusta a 1 persona