Me propuse olvidar la alborada con sabor a mar, besitos en las orejas, muelles olvidados y pies descalzos.
Te aferras como la angustia del verano entrado el otoño.
Bendita vida que empieza a sentirse distinta, el tintineo en mi cabeza que no dejaba dormir se detuvo con esa última llamada. La piel ya no se eriza, el alcohol sigue estando en su lugar.
Las excusas nos llevaron al acantilado, de un empujoncito me tiraron y tú te quedaste observando. Así ha sido mi salida; rápida y por la puerta del frente.



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