Debajo de la mesa vivo
intentando mantenerme a salvo de los temblores,
sin reconocer
que es mi cuerpo el que los provoca.
Encerrado por siempre en la sombra
sin oxígeno,
que poco a poco se agota.
Arrojan arena en aquel hoyo,
quieren que desaparezca.
Asfixia,
toneladas de tierra
hunden mi espíritu
que desesperadamente busca la verdad
de los mitos de mi mente.
No puedo escapar,
la sombra ya no es segura,
nunca lo fue.
Ahora, enterrada bajo escombros
de lo que fue algún momento de felicidad
que ya no lo seguirá siendo nunca más,
intento solo respirar.