El sueño de un nuevo amanecer llena la espera de sentido, el delirio renueva las arenas del desierto. ¿Quién puede volar entre otros amaneceres?, ¿quién puede cultivar sueños en la soledad? Las palabras perdidas en las riberas del silencio, las acciones frustradas, los mitos caídos, fueron sombras creadas por la luz del sol. En algún lugar, en cualquier momento, nos acecha algo distinto. ¿Para qué esperar entonces?, ¿por qué desesperar también?; ¿y si es tan absurdo anhelar, si no hay sentido alguno, por qué no tener expectación?, ¿qué es sino la vida sin perspectiva, sin absurdos, sin sentido? La lluvia cae sobre el mar y sobre desiertos, envuelve la claridad escasamente la penumbra. Nuestros deseos crearon mundos de claridad y de lluvia, mundos hechos con lágrimas de luz y la suavidad del terciopelo: el material de las ilusiones.



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