12 minutos

Cuando la prosa rima

El debate entre la rima y el verso libre, el blanco y la prosa poética está hoy más abierto que nunca. Igual que en estos tiempos tecnológicos cualquiera puede ser un buen fotógrafo, gracias a las cámaras digitales y los smartphones capaces de disparar diez mil instantáneas y editarlas como en el mejor laboratorio que hubiese podido tener Kodak hace 40 años, cualquiera puede ser poeta con las nuevas letras y la conversión de la literatura en merchandising digital.

Lo cierto es que esto no funciona así. Afortunadamente, los efectos de Photoshop no convierten a nadie en Andy Warhol.

Incluso dominando las técnicas de esta impresionante herramienta, si se carece de una base artística profunda, sumada al necesario talento y el trabajo, no se llega a ser artista ni por casualidad. Tampoco por poder tirar mil fotos en un solo gatillazo se va a conseguir lo que hacía Robert Frank con su Leica y un carrete en blanco y negro de 36. Ellos, Warhol y Frank, tenían base y nunca dejaron de investigar y profundizar para evolucionar, al igual que Picasso, Munch o tantos otros.

La naturaleza no deja de ser sabia. La propia sobreabundancia creativa nos empieza a hacer mucho más selectivos. Aunque la realidad es que cada día es más difícil abrirse un hueco en el mundo del arte en cualquier género, el filtro del tiempo suele ser siempre justo con lo que permanece. A pesar de que esto no dé de comer a nadie en el momento que lo necesita. Pero ningún poeta vivió nunca de su poesía.

En este escenario, el poeta actual se mueve en un difícil equilibrio entre su creatividad y la necesidad de venderse, aunque solo sea por ganarse ese aplauso que hoy se llama like y que brinda la popularidad tan perseguida como primer paso a la fama o el reconocimiento y el aprecio.

Suele pasar que aquel que realmente es poeta, tiene talento y oficio, está más preocupado por profundizar, investigar y crear que por promocionarse y, consecuentemente con un mundo en el que la difusión y el alcance son las magnitudes de medida del arte, aflora lo barato, lo nocivo, y queda solo la esencia escondida bajo tanta grama. Como las trufas, solo el buen olfato de un cerdo viejo y sabio la descubre, pero existe.

Indefectiblemente, el arte tiene unas bases.

La figura humana obedece a unos cánones y a unas proporciones, definidas por la naturaleza, que se trasladan al dibujo y la pintura y de las cuales no se puede prescindir, salvo que pretendamos retratar a un enano, un elfo o un avatar.

La abstracción no surge sola y de la nada, igual que no lo hacen el cubismo o el impresionismo o el expresionismo o todos los –ismos. Todos son procesos y, como todos los procesos, nacen de un principio y persiguen un fin, siendo la búsqueda de ese mismo fin, por algunos o muchos, lo que genera un movimiento o corriente y el principio, el conocimiento profundo de aquello de lo que se parte y se pretende superar.

En la literatura hemos prescindido del principio.

Dominar y comprender la métrica, la rima o el acento en la poesía es algo baladí. Lo que vale es el genio y la capacidad de sentir lo cotidiano y lo vulgar como grandioso y expresarlo prosaicamente, fragmentando el párrafo en cachitos ordenados verticalmente y a poder ser centrados, para que no se note mucho la dismetría entre un pretendido verso y otro, como si la métrica fuera una cuestión del largo de una oración y no del número de sus sílabas poéticas y la cadencia y el ritmo dependiesen solo del número que se calza de zapato al bailar y no del oído.

La poesía de hoy, los poetas prosaicos, preconizan un proceso con un fin, pero sin principio.

Una metamorfosis desde la nada que persigue el fin de hacer popular la poesía y asequible a todo el mundo como creadores desde un todo vale. La realidad es que muchos de estos autores, nóveles y curtidos, a duras penas podrían responder a la pregunta de qué diferencia una rima consonante de una asonante sin tener que acudir a Wikipedia. Preguntar qué es un verso peonio me parece ponerles en un apuro excesivo y esperar que sepan quién fuera Virgilio, un deseo de burro que, como es sabido, nunca llega al cielo.

Personalmente adoro la prosa poética, el verso libre y todo lo que implican, pero POÉTICA. No esa prosa collaje cortada en pedacitos para que parezca un poema y presentada horteramente centrada. Esa solo conduce al estrabismo óptico y al extravío literario.

Pero la prosa poética, esa prosa que rima sin rimar, no es algo que nazca como las margaritas. Pocos genios de la música lo han sido tocando de oído y, sin embargo, uno de los mayores lo fue perdiendo este sentido y, sin él, era tal su genialidad y su conocimiento técnico y de las armonías que abrió la puerta a la modernidad de la música con su Gran Fuga, adelantándose varios siglos a su tiempo.

Más bien suele ocurrir, en poesía, que quien carece de técnica, estudio y trabajo, carece también del oído necesario y, en suma, no encuentra la cadencia ni el ritmo ni las comas.

Es entonces cuando los que propugnan esta corriente, sin talento, técnica ni oído, pretenden convertir este maremágnum en un todo vale y se impone, con la difusión de la popular mediocridad, la poesía mediocre de pensamiento mediocre, vulgaridad mediocre, temáticas manidas y aburrida.

Y entonces, a la prosa, mediocre y breve, presentada en forma de diamante o escalera, se le pone la etiqueta de poesía y todos aplaudimos como locos porque, en definitiva, se trata solo del número de amigos que uno tenga.

La poesía es otra cosa. Y la prosa poética es algo bien distinto.

La poesía es expresión, emoción y belleza elevadas mediante la armonía de palabras que bailan. Es pensamiento profundo cargado de valores y matices o el más ligero, volando desde un plano nunca visto.

Es evidente que el verso libre nos permite repentizar emociones, sentimientos y pensamiento. En este sentido es mucho más efectivo y ágil que la estrofa rimada. Pero en esa agilidad, que lleva implícita la velocidad, se pierden normalmente muchos matices y recursos que perfeccionan el poema y ahondan en el pensamiento y la emoción. Un verso libre sin reflexión apenas araña la superficie de nosotros mismos y en su naturaleza no está el ser reflexivo; esto ha de perseguirlo como propósito con trabajo y método.

Por su parte, la métrica y la rima, con sus estrictas normas, parecen limitar el pensamiento y las emociones, haciendo tan lento y esforzado el proceso creativo que se pierde el motivo. Nada más lejos de la realidad. Cuando el escritor trabaja el verso así, la propia construcción le obliga a un proceso de inmersión absoluta en sus pensamientos y emociones y es este proceso el que aporta un mayor valor a su creación.

Este ejercicio, además de servir al poeta para crear composiciones únicas, desarrolla en él una capacidad de reflexión en torno a la palabra, el pensamiento y las emociones, necesaria para enaltecer luego su prosa y elevarla a a la categoría de poética.

La poesía tiene tanto de talento como de trabajo y oficio.

Todos tendemos a pensar, es condición humana, que estamos sobrados de lo primero y que lo segundo y lo tercero son casi innecesarios, pero la realidad es que ni a menudo se tiene tanto talento ni este se desarrolla sin trabajo y esfuerzo.

Me gusta escribir en verso rimado. Someterme a la reflexión que imponen las métricas más esforzadas, las que más zancadillas ponen a la expresión de mis pensamientos y sentimientos. Además de permitirme crear poemas plenos, desarrollan en mí el sentido y la capacidad de abstracción, la habilidad de deconstruir las ideas y los sentimientos y construirlos en nuevas formas y, lo más importante, hacen que todo el proceso se convierta en un hábito de reflexionar, profundizar, extraer las emociones de las cosas y expresarlas intentando elevarlas en palabras.

Solo aplicando ese hábito es posible que la prosa rime y que el verso libre nazca libre y bello, dentro de la armonía necesaria a la idea y al sentimiento, a la emoción y el pensamiento.

La ausencia de este trabajo solo lleva al acomodamiento y este, a escribir cosas vulgares con el poco esfuerzo de tratar temas vulgares y manosearlos vulgarmente una y mil veces desde el cómodo sofá, sin siquiera ponerse al escritorio ni salir fuera a ver si hay algo más que contar de allí, para así abandonar ese monótono uno mismo.

Es entonces, cuando escribo así; cuando da igual juntar todo en un párrafo o separarlo en versos y en estrofas, alineadas siempre a la izquierda, o mezclar ambas cosas o juntarlas con la rima consonante en complicados versos. Dará igual, porque todo tendrá cadencia, ritmo, belleza y profundidad y entonces, solo entonces, será capaz de emocionar.

Pero sin esto que transcribo a continuación, que es una composición poética clásica en una propuesta moderna en la que se utilizan versos de arte mayor en estructura AABBBBCCABC (Jotabé)…

Gota de mar

(2 Jotabé)
(Fragmento inédito del libro II de la Teología del mar, en construcción)

Gota de sal que anidas en locura
con el picor que sirve de tortura

a un alma que sin sal no busca nada,
al sentirse desnuda y desnudada
en los ojos que arropan la mirada
de aquella tan querida y más amada,

no me faltes jamás en estos labios
por más que de ellos se vengan agravios

y en esta soledad que hoy me procura
el convertirme en solo y solo en nada
dame la paz de tus consejos sabios.

————————————-

Que es en este silencio que me acuna
donde encuentro la sal de mi fortuna

la lágrima salada, este acicate,
que me acerca y me aleja en su debate
del sollozo de tanto disparate
llenándome de olas que en su embate

juegan en esta playa a no morir
rompiéndose en las rocas por vivir

pintando de colores agua y luna
o haciendo que entre tanto gran dislate
tiña la rosa en rojos al abrir.

No se llega a esto otro; prosa poética y versos libres en los que la forma es independiente. Ya los puedes partir o juntar, seguirán teniendo cadencia, siendo hermosos, emocionantes y reflexivos. En definitiva, poesía.

DE LAS TIERRAS ANTES CULTIVADAS

(Fragmento inédito del libro II de la Teología del mar, en construcción)

Yo vengo de las tierras de los hombres. De las que padecieron las sequías, las ausencias del mar y la de algunas barcas varadas sin sonrisa. Deben ser solo tierras de pecado, porque las gentes suelen vestir de luto los ropajes y el alma; y hasta la vida misma se pinta solo en grises.

Allí las tentaciones se prohíben en torres que se alzan hacia un Dios, como agujas inmensas que pinchasen las nubes, y así se vuelve el campo en cereales secos y rastrojos de cardos.

No se mueve la brisa.
Solo se esparce el viento,
las nubes se desploman
y dan correr a un agua
que se apresura a huir
camino de sus mares,
dejando solo el seco.

De allí donde la luna no encuentra las mareas y el sol se arroja al suelo fundiéndose en el aire, de allí yo vengo huyendo, como el río, buscando ese nacer que no he tenido.

Como podéis ver, ambas composiciones conviven en la misma obra. No podría ser de otra manera porque la cadencia y el ritmo conectan lo que se presenta en prosa con el verso rimado y con el libre.

La discusión sobre si hay diferencias o no entre el verso libre y la prosa poética imagino que podemos resolverla si deconstruimos alguno de los párrafos en los que las ideas se expresan en forma de prosa. Es algo tan fácil como darle a la tecla intro cada ciertas sílabas y, si esta deconstrucción de la prosa es imposible, estaremos ante prosa simple y llana, que puede ser magnífica, pero no le llamemos poesía o le pongamos el adjetivo de poética:

«De allí donde la luna no encuentra las mareas
y el sol se arroja al suelo fundiéndose en el aire,
de allí yo vengo huyendo, como el río,
buscando ese nacer que no he tenido»

Supongo que con este escrito no me ganaré muchos amigos. No crean que no lo siento, pero no puedo poner una mordaza a lo que pienso por muchos likes que pierda en el camino.

Algunos interpretarán esta intervención como un alegato destructivo y arcaico llevado a cabo por alguien cuya calidad literaria dista mucho no ya de la perfección, sino del interés de la mera corrección.

Creedme si os digo que mi intención no es la de denostar a quienes escriben bellas cosas en prosas cortas y las declaman. Solo es la de animar al trabajo y al esfuerzo de hacer cada día más hermosas las letras sin dejar todo ello solo a la intuición ni tirar por tierra la belleza del verso en rima y las estrofas clásicas y mucho menos subestimar su poder de abstracción o su actualidad. 

16 respuestas a “Cuando la prosa rima”

  1. Excelente crítica, felicidades Paul.

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    1. Gracias Elfogris, mas no lo denominaría crítica,jajaja. Ya bastante van a criticarme algunos.

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  2. Bueno, llámalo opinión si lo prefieres. Yo creo que se puede ser crítico sin ofender, aunque eso vaya en el otro, que cada quien decide el espesor de su piel, y también se puede ser lúcido y cultivado sin ser pedante. De ahí sobreentiendo que aceptarás lo que te caiga de buen grado.

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  3. Siempre se acepta. Bien sabes que cuando nos exponemos hemos de tener asumido lo bueno y lo menos bueno y sacar lo positivo de uno y otro caso.Nadie tiene una vara de discernimiento perfecta y cada cual tiene sus criterios propiso y sus gustos. Como digo, es el tiempo el único que determina con justicia y con criterio.

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  4. Rescato el aire de búsqueda que respira el artículo, cosa sin la cual es poco probable acercarse al arte auténtico.

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    1. Probablemente el arte auténtico, como casi todo, no sea un lugar estático o una estación, sino como expresa el título de una publicación recopilatoria de este colectivo, un Tren sin parada

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  5. Excelente, gracias por compartir, anidas un buen punto retrospectivo, fresco, sin desenraizarse del método, lectura productiva. Abrazos.

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    1. Me alegra tu óptica lectora. Dicen que la seducción no está en lo que enseña el que muestra, sino en los ojos del que ve.

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      1. Completamente de acuerdo, Paul. Sigo al pendiente, a ver que más se presta a deconstruir de acuerdo a mi particular cosmovisión, saludos, cordiales y cálidos desde acá.

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      2. Saludos desde aquí y un abrazo cercano.

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  6. Reblogueó esto en Paul Martiny comentado:

    Ayer publiqué este artículo de opinión sobre letras y palabras en el colectivo Letras y Poesía. Espero que os pueda parecer interesante, compartáis o no lo que expongo.

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  7. Avatar de Henri Berger Martín
    Henri Berger Martín

    Un artículo que sirve excelentemente como segunda parte del mío (o el mío como primera parte del tuyo). Sinceramente, es casi aterrador cómo me reconozco en estas palabras, podría haberlas escrito yo: la pereza en el oficio, el creer en la originalidad más que en el trabajo, que Poeta no sólo se nace sino que se hace… Gracias por hacerme descubrir el Jotabé, me emplearé a practicar esta forma.

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    1. Es algo que siempre he pensado y al leer tu artículo y comentar en él, me animé a hacer de aquel comentario algo más extenso. Son dos caras de una misma moneda uno y otro.
      Respecto a la rima Jotabé, es una rima muy interesante y de relativamente reciente creación, once años, que tiene una comunidad de escritores muy activa internacionalmente.
      Además de otras estrofas que utilizo, esta rima me atrae mucho por su complejidad, pero también por su frescura.
      Como ejercicio poético es magnífica porque además cuentas con una completísima documentación formal sobre sus reglas y todas las variantes que presenta.
      Te dejo el enlace a su página web, la del creador de la rima. EN ella puedes descargar toda esta documentación que a buen seguro te resultará muy interesante.
      Saludos.
      Un abrazo

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  8. […] Cuando la prosa rima — Letras & Poesía: Literatura Independiente […]

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  9. Mi aplauso más sincero.

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