Él tuvo la idea. Le sacaron la foto a orillas del mar.
Fue un instante y el viento cambió.
Él gritó sin fuerzas, como muriendo. Nadie lo escuchó. Nadie pudo (quiso).
Las súplicas para que volviera fueron de muchas formas y pocos colores.
¿Y si tenía razón? ¿Hay algo más terminal que el horizonte?
La tan anhelada infinitud se fue transformando en un imperativo.
No intentaron volver por miedo a no encontrarlo.
Tiempo después, alguien vio el cuerpo de un hombre flotando en el mar.
Siguen mirando la foto.
CelesMoreno
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