En el puerto esperan ataviados
con ropas de colores ocres,
oscuros marrones
y azules veraniegos.
Deseosos de partir a la lucha
contra el viento áspero
la mar salvaje;
sus pensamientos delirantes,
dementes, vivaces,
sagaces,
pasan por sus corazones
hasta sus negras tripas.
Y estallan, puntean, agrietan
Sus rostros desfigurados
sus manos agrietadas, secas,
anuncian la tormenta
silencian el terror.
Aunque el temor
los corroe por dentro,
y les estruja el corazón.
Animales libidinosos
que se calientan a escondidas
unos a otros.

Natalia Sola
@nataliacabanillassola
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